25 agosto 2010

Querida Eladia

Tanto hay dicho y escrito acerca del tango… estudios históricos, sociológicos, culturológicos, musicológicos, interpretatológicos… acumulan inteminables páginas documentales y de ficción en varios idiomas. Pero... uno es argentino, de los alrededores del río de la Plata y, ciertamente, lo escuchó desde la cuna. Las radios solían hacer vibrar las voces de Gardel, Corsini, Julio Sosa, Goyeneche, Susana Rinaldi, Tita Merello, Hugo del Carril, Rosana Falasca, Edmundo Rivero; los pianos de Pugliese o Salgán, La guitarra de De Lío, El violín de Agri, el bandoneón de Piazzolla o Mederos, Pichuco, Di Sarli, Canaro y todo los demás … imponían ritmo al desayuno y acompañaban los mandados de la abuela; porque en esa época la radio asomaba por la ventana de los vecinos, y por las ventanillas de los autos desde Buenos Aires hasta Uruguay… Y eso late, mueve la fibra sensitiva hasta del más melódico-baladista de la actualidad, especialmente de los que cuentan más de 30 (como yo). Porque el tango, como todo lo que nace en la lleca, está en el adn de la sociedad; por más que no lo cantes ni lo bailes, lo respiras, lo olés, lo palpitás... Por eso no se pone rancio, porque no es un producto que pone de moda un empresario acomodado (y aunque intenten exportarlo en cajita de bombones), es genuino, es de la gente de la barriada a la que la vida le pasa… o le pesa, y entonces la expresa; como el jazz, o el folklore, o el rapp o el rock.
Eladia Blazquez nació en el 31 en Avellaneda. Hija de inmigrantes con composición española ciento por ciento y, como casi todos los habitantes del conurbano de aquella y de esta época, humilde y bien argentino. En los ´7o graba su primer disco de tango y marca una grieta femenina al machismo de la época, porque ademas de cantora, Eladia fue pianista y guitarrera, compositora, autora y escribiente... de dos libros: Mi ciudad y mi gente, y Buenos Aires cotidiana. Compuso varias letras para folcroristas como Ramona Galarza y Los Fronterizos. Fue nombrada Hija dilecta de la ciudad de Avellaneda y Ciudadana Ilustre de Buenos Aires.
Su apodo: "Discépolo con falda", a pesar de las críticas que recibieron varias de sus composiciones.
Para La andadera es ELADIA con mayúsculas, una mina con los ojos y los poros bien abiertos; que supo leer los tics porteños, escribirlos y ponerles música para que la interpreten hasta los pájaros.
Una mujer admirable que ponía presión desde las teclas del piano al pecho de los sensibles.
"El corazón al Sur"


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